En prácticamente todo el mundo crece de forma imparable la población de perros que viven en familia. Esta tendencia, constatan los autores de este estudio de la Universidad Eötvös Loránd en Hungría, esta relacionada con los beneficios percibidos para el bienestar físico y mental humano.
Sin embargo,las demandas psicológicas y prácticas de cuidar a un perro pueden afectar significativamente la calidad de vida de los tutores así como al éxito a largo plazo de esa relación.
Y ahí está el problema: muchas personas subestiman el coste, la responsabilidad que conlleva convivir con un perro y, en paralelo, pueden sobrevalorar los beneficios. La ausencia de información realista puede llevar a frustraciones y, en algunos casos, al abandono de los perros, recalcan los autores del estudio, liderado por Laura Gillet.
Para el estudio han recopilado datos de 246 tutores húngaros, en su mayoría mujeres de mediana edad, sin dificultades financieras y con educación superior. De promedio, los perros tenían unos 6 años, llevaban con su familia desde que eran cachorros y vivían en un entorno urbano.
Los participantes tuvieron que responder a un extenso cuestionario cuantitativo (evaluando diferentes afirmaciones sobre la ventaja o desventaja de convivir con un perro) y a un par de preguntas abiertas para donde pudieron expresar libremente su opinión.
Los investigadores se basaron en la Teoría del Intercambio Social, que plantea que las personas mantienen relaciones (incluyendo las que tienen con animales) si los beneficios percibidos superan los costes.
Lo primero que comprobaron es que explicar cómo los tutores perciben las diferentes facetas de tener un perro es más complejo que una estructura binaria de coste-beneficio. Más bien hay que tener en cuenta los beneficios emocionales, físicos y sociales de tener un perro, las emociones negativas y los desafíos prácticos así como el compromiso y las responsabilidades que conlleva tener un can.
Relación significativa (60.8%): La conexión emocional y el amor incondicional fueron los temas más mencionados.
Mejoras en la vida diaria (30.9%): Los perros fomentan una mayor actividad física, ayudan a estructurar las rutinas y traen energía positiva al hogar.
Propósito y realización personal(16.6%): Los tutores mencionaron que cuidar de un perro contribuye a su crecimiento personal y les da un sentido de propósito.
Coste económico (95.2%): Los gastos veterinarios y de alimentación fueron las preocupaciones más comunes.
Carga emocional(4.8%): Incluye el duelo anticipado y el estrés por la salud del perro.
Costes prácticos (4%): Las limitaciones para viajar y el tiempo requerido para el cuidado diario fueron citados.
Evidentemente es un estudio muy limitado (por el número de participantes y por su perfil) pero aún así entre sus conclusiones hay alguna clave interesante, como que lo que para algunas personas es algo positivo -el compromiso diario- se convierte en una carga, en un coste, para otras.
Su reflexión es clara: es crucial educar a los futuros tutores sobre los costes reales de convivir con un perro (emocionales, financieros, prácticos...) Reducir las expectativas irreales podría disminuir los casos de abandono y mejorar el bienestar tanto de los perros como de sus familias.
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