Esta historia muestra que hay muchas formas de ser voluntario o de colaborar con una protectora o perrera: algunos echan una pata paseando a los canes, limpiando los cheniles, corriendo la voz en redes sociales, escribiendo libros solidarios o compartiendo sus conocimientos sobre fotografía para retratar mejor a los animales que tanto necesitan esa visibilidad para así encontrar un hogar. Todas esas labores son imprescindibles pero no son la única manera de ayudar: Cheryl Wallace ha elegido ofrecer su talento musical para ayudar a calmar a los perros, para -como ella dice- acariciar a una veintena de canes al mismo tiempo a través de las notas de su violonchelo. Ya ha tocado una decena de veces en diversas protectoras, siempre con resultados positivos.
La música tiene un efecto comprobado sobre los perros, es una manera de reducir el estrés en un entorno que para ellos no es agradable.
Algunos lo llaman "El Efecto Mozart" y por eso en los cheniles de los perros de la policía de Madrid, por ejemplo, suena música clásica a diversas horas del día.
Y ese es el efecto que busca Cheryl Wallace al elegir dar un concierto de Violoncelo para perros: ella elige la música pensando en los canes y, a diferencia de lo que sucedería en un auditorio de humanos, Wallace está feliz cuando ve que su público empieza a quedar dormido, como si la música fuera hipnotizándolos...