HISTORIA
"En mi casa, desde que tengo uso de razón, siempre hubo perros. Como si fuera un gafe que no podemos desterrar, excepto Fly, una setter irlandesa, que falleció a causa de un cáncer pero con 14 años, todos fallecieron de forma prematura y trágica, con lo que hace ya unos 15 años decidimos no volver a tener perro.
Por circunstancias diversas hace algo más de siete años llegó Yarco a nuestra casa para devolvernos la ilusión pérdida. Aquella bola de pelo era un golden retriever, que no destacaba gran cosa como ejemplar de la raza, pero que nos conquistó a todos hasta la adoración: noble, cariñoso, obediente, divertido, juguetón y feliz, permanentemente feliz; un espíritu libre.
Los últimos años de la vida de mi madre no se separaba de ella y cuando nos dejó vimos la tristeza que a Yarco le supuso su desaparición. Aún así siempre estuvo ahí para ayudarme a sobrellevar la pérdida.
Yo siempre viví con el temor de que algo le pasara, dada la experiencia con mis anteriores perros pero albergaba la esperanza de que un día se iría como un ancianito peludo, que disfrutó de una larga y feliz vida.
Me equivoqué. Hace una semana el gafe que nunca se fue parece ser, se llevó parte de mi vida, arrebatando la de mi perro en un accidente de coche. El espíritu libre y el duende travieso que le caracterizaban, le animaron a escaparse, en la dirección equivocada... Hoy siento la mayor de las tristezas, desolación, soledad, mucha soledad.... Quiero centrarme en los recuerdos, todos buenos, pero la pena gana siempre.
Espero ser capaz de ganar la batalla, de forma que cuando lo recuerde no pueda evitar una sonrisa y que el orgullo que siento por haber sido partícipe en su vida y de que él lo fuera de la mía me haga sentir eternamente dichoso.
Adiós Yarco. Quedas para siempre en mi corazón."