HISTORIA
Llegó por mi hijo. Se lo dijo un amigo, que había un bebé en la protectora. Lo vio y se enamoró de él. ¡¡Cómo no!! Ahora no hay prenda de vestir sin pelos de Wipo, ni sofá y peli si Wipo no está en medio. No hay llegadas a casa en que no te cambie la expresión de la cara por la sonrisa más grande. Hemos sociabilizado con otros perros y sus humanos.