Dormir, sobretodo dormir en el cojín más grande y mullido que haya. Subirse al sofá, a ser posible sin permiso. Tomar el sol en el jardín. Pasarse toda la tarde ladrando a la vecina para que le de premios. Mendigar comida cuando hay gente comiendo, en casa, o en terrazas. Pedir mimos, primero uno, luego otro, y así hasta que se cansa. Olerte el ojo, y si le dejas lamerte toda la cara. Chupar sus muñecos hasta que se queda dormido encima de ellos...
El jardín de casa, la playa de la Zurriola, el monte Ulía, y la casa de mi abuela Angelines.