HISTORIA
Había una vez una perrilla de dos años que esperaba ansiosa a una familia en uno de los cheniles de la protectora de animales del Tibidabo.
Nosotros ya teníamos un perrete, así que decidimos que nos acompañara a la protectora para que pudiera pasear con su futura hermana y ver así cómo se relacionaban. Las candidatas fueron dos perrillas: Lira y otra perrilla blanca. Ambas parecían llevarse bien con nuestro perrete así que la decisión fue muy dura. Lira tenía leishmania. ¿Qué hacíamos? Nos llevabamos a la perra blanca que estaba sana y dejabamos a la Lira que estaba enferma? ¿O nos llevábamos a la enferma y condenabamos a la sana por estar bien?
Después de mucho pensar, llegamos a la conclusión de que la enferma tenía menos oportunidades de ser adoptada. Así que decidimos adoptarla con el pensamiento de: "Si dura un mes, pues que sea el mejor de su vida y si dura 3 años pues lo mismo". Y aquí esta...10 años con nosotros, más sana que una manzana!!!
La gran alegría que nos llevamos fue cuando, al volver a la protectora a formalizar la adopción, nos dijeron que la otra candidata a ser adoptada, la sana, también había encontrado familia!
Es una perra muy tranquila, pero muy deportista a la vez, ya que a sus 12 años, ha aguantadado caminatas de más de 50 km.
Cuando la paseas a ella sola, es una maravilla: la puedes llevar suelta porque es ella quien está pendiente de tí, no se mete con nadie, puedes pasear todo lo que quieras, que no se cansa. Ahora...cuando va con sus hermanos, se tranforma en la "Abuela gruñona". Ladra a todos los perros, se escabulle buscando para despistarte y comer cacas secas de perro o cualquier otra poquería del suelo. Es como el doctor Jekyll y Mister Hyde en versión pelúa.