Un reciente estudio de la universidad de Emory, en Atlanta, ha demostrado que el cerebro de los perros reacciona de forma clara y evidente ante el olor de su dueño, incluso, y esa es la clave, sin que su dueño esté presente.
Es como si fuéramos el perfume favorito de nuestro can, un olor que permanece en su memoria y ante el que reaccionan con de forma positiva.
Un reciente estudio de la universidad de Emory, en Atlanta, ha demostrado que el cerebro de los perros reacciona de forma clara y evidente ante el olor de su dueño, incluso, y esa es la clave, sin que su dueño esté presente.
Es como si fuéramos el perfume favorito de nuestro can, un olor que permanece en su memoria y ante el que reaccionan con de forma positiva.
Según ha destacado el responsable del estudio, Gregory Berns, el efecto del olor sobre los canes es similar al que tiene en los humanos el de la colonia o perfume de un ser querido.
Y, dado que los canes tienen mucho más desarrollado el sentido el olfato, en ellos la reacción es mucho más potente.
El experimento controló, a través de escáneres cerebrales, las reacciones de canes de diferentes razas ante diferentes olores: el olor del propio perro, el de algún perro desconocido, el de algún perro amigo, el de algún humano desconocido y el de un humano que viviera junto al perro...
Y la respuesta fue significativamente más fuerte ante este último: los canes reaccionaron ante todos los olores, pero sobre todo ante el de un humano conocido y después ante el olor de un perro conocido.
El resultado sugiere, según Berns, que los perros pueden discriminar entre un olor humano y otros olores y que, además, el olor de ciertos humanos tiene una asociación positiva (por el área del cerebro que reacciona en cada caso).
Otro dato interesante que ha revelado el estudio es que los perros que habían sidoentrenados como perros de terapia demostraron más actividad cerebral ante el olor de un humano conocido que los otros canes.